EL PRINCIPIO DE UN CAMBIO: BARRAS FUTBOLERAS Y PROGRAMAS SOCIALES

El fenómeno de las barras futboleras en Colombia inició aproximadamente hacia los años 90’s, cuando el país se encontraba en la lucha contra el narcotráfico que en ese momento era liderado por capos, como Gonzalo Rodríguez Gacha y Pablo Escobar.

Estos “jefes” financiaron durante esa época a varios equipos de fútbol, que obtuvieron títulos de forma irregular, además a los hinchas los apoyaban económicamente dándoles para el transporte, boletería y hospedaje, pero no solo eso, si no que también trasladaron sus disputas y guerras por el control del narcotráfico que muchos de los jóvenes hinchas terminaban enfrentándose.

La figura de las barras en Colombia, está muy marcada por la influencia de barras argentinas, que poco a poco fueron adquiriendo su propia identidad y se puede decir conformaron su propia cultura, en donde ya pasaron de los cantos alegres en el estadio a llevar el folclor de la barra a las calles y barrios donde habitan, como lo manifiesta Clavijo Patiño (2008), la adhesión, los ritos y el sentido de pertenencia que adoptan las barras se configuran como elementos sociales de representación y legitimidad de las prácticas sociales de los barristas.

Pero así, como este grupo de personas llevan palabras y cánticos de alientos a los estadios, son a la vez protagonistas de varios hechos poco agradables que han creado alrededor de ellos una imagen negativa de “barra brava”. Por esta razón, desde el año 1999 cuando más se vivía la violencia entre barras bravas en Bogotá, el entonces alcalde Enrique Peñalosa en compañía del Padre Alirio López crean el programa “Goles en Paz” con el objetivo de reducir los índices de violencia alrededor de las barras futboleras.

Esta iniciativa tuvo gran impacto durante el tiempo en que estuvo dirigida por el padre Alirio, fueron ocho años en los cuales contaron con más de 9.000 jóvenes que fueron creando una cultura diferente del barrismo, trabajaron al igual fomentando torneos de fútbol donde se integraban barristas de diferentes equipos, fueron 598 jóvenes que participaron en el 2001, como también con talleres en las diferentes localidades de la capital. Esto según el medio Semana en su versión online.

Ese paso que el sacerdote Alirio López dio fue el más importante para que en ese momento se pudiera vivir de la fiesta del fútbol en paz y armonía, fueron grandes cosas las que se obtuvieron, lo triste fue cuando el padre decide renunciar al programa justo cuando llega a la alcaldía Gustavo Petro en el año 2012.

Logró trabajar con el gobierno distrital de Luis Eduardo Garzón, pero qué pasó con Petro, “Desafortunadamente, todo eso se acabó. No sé qué ha pasado. Pero el problema de lo que está pasando hoy es que se perdió todo un espacio de cultura, de reconciliación, de autorregulación, de hospitalidad, de creatividad, y creo profundamente que hay que retomar eso con otras personas”. (Padre Alirio López-2013).

Según cifras de la policía en el 2012 se presentaron 72 enfrentamientos graves entre barras bravas que dejaron más de cien heridos, la mayoría menores de edad, como menciona el diario El Tiempo.

Con la llegada del líder de izquierda, el programa continúa implementándose en la ciudad con el fin de reducir estos índices que se venían presentando. Es así, que se gestaron a 70 líderes de barras futboleras (10 por cada localidad) que desarrollarón trabajo social y también a través de talleres de emprendimiento lograron conformar su propio negocio.

Felipe Garay ex barrista de los comandos azules, tiene en la actualidad su empresa de aerografía gracias al programa de Petro, para él este programa le cambió la vida, porque le dio la oportunidad de ser su propio jefe y tener una base económica.

Cada administración trajo consigo sus cambios, unos mejores que otros, pero que al final trabajaron por un cambio en las barras futboleras y que en la actualidad se sigue desarrollando con la iniciativa “Más fútbol, más vida” de la alcaldía “Bogotá mejor para todos”.